La relación coaching entre el coach y el coachee (cliente) es una relación basada en la confianza y la cercanía. Pero es una relación profesional, no es una relación de amistad ni de ningún otro tipo. Hay clientes que se sienten atraídos por la figura del coach y consciente u inconscientemente tratan de traspasar la ralla. Eso pone en peligro la eficacia del proceso de coaching, pues se pierde la objetividad y el centro.

En esos casos, el coach debe reconducir la situación al terreno profesional.

Y el secreto está en “cómo” decirselo al cliente.

El coaching es una relación profesional basada en la intimidad y la confianzaHe aquí algunos ejemplos de diálogo que el coach tendría con su cliente:

a) Andrea, puesto que esta es tu primera vez que trabajas con un coach, quiero que sepas un poco más sobre la dinámica de trabajo. Quiero comentártelo para que te des cuenta que nuestra relación es especial puesto que hay cercanía entre nosotros pero no es el mismo tipo de relación que tendrías con un amigo, con un terapeuta, con un profesor, con alguien a quien admires o  con una persona a la que amas. Cualquier cosa que compartas conmigo es 100% confidencial, ya lo sabes. También tienes que saber conducir-me a mi como coach. Ya sabes que en el coaching tu mandas, y si a veces soy demasiado directo o demasiado pasivo, debes decírmelo sin ningún temor y yo trataré de adaptarme a tus necesidades. Por otro lado, y aunque esto pueda sonar raro, vamos a tener una relación profesional que es muy íntima, pero no es una relación personal de amistad. Estoy comprometido con que consigas al 100% la vida que deseas, y para ello estaré profesionalmente apoyándote en todo lo que pueda. Quizá estaré a tu lado más incluso que tus amigos o tu pareja, sin embargo, estoy ejerciendo mi rol profesional como coach. Tiene sentido lo que digo?

Creo que con una explicación de este tipo, el cliente se dará por enterado. Y si ves que la situación no se reconduce sanamente, es mejor ser más directos:

– Juan, a dónde estás tratando de llegar?

– Ana, me encanta sentirme cerca de mis clientes, aún así no suelo socializar con ellos. No forma parte de mis competencias profesionales. Cómo te encaja?

Y si aún así no funciona, es mejor dejar de hacer coaching. Simplemente la persona no está abierta al proceso.

Lo importante es darse cuenta que se necesita la proximidad, la confianza, y al mismo tiempo se trata de una relación profesional. Parece paradójico, pues en el mundo de los “negocios” las emociones y la intimidad siempre quedan fuera, pero en el coaching no es así. Sólo que hay que darse cuenta de cuándo se traspasa el límite entre lo que es profesional y lo que va más allá.